Dengue

El dengue es una infección viral que se transmite por mosquitos hembra, principalmente de la especie Aedes Aegypti y, en menor grado, Aedes Albopictus. Estos mosquitos también son vectores de los virus de la fiebre Chikungunya, de la fiebre amarilla y de zika.

Existen cuatro serotipos de virus del dengue, mismo que se presenta en los climas tropicales y subtropicales de todo el planeta, sobre todo en las zonas urbanas y semiurbanas. Tiene un comportamiento estacionario, es decir, en el hemisferio sur la mayoría de los casos ocurren durante la primera mitad del año, en cambio, en el hemisferio Norte, los casos ocurren mayormente en la segunda mitad. Este patrón de comportamiento corresponde a los meses más cálidos y lluviosos.

Esta enfermedad afecta a personas de todas las edades. Los síntomas más comunes varían entre una fiebre leve a una fiebre incapacitante, acompañada de dolor intenso de cabeza, dolor detrás de los ojos, eritema, dolor en músculos y articulaciones. La enfermedad puede progresar a formas graves, caracterizada principalmente por choque, dificultad respiratoria y/o daño grave de órganos.

El Aedes Aegypti es el vector que presenta el mayor riesgo de transmisión en las Américas y está presente en casi todos los países del hemisferio. Vive en las casas o cerca y se reproduce en cualquier recipiente artificial o natural que contenga agua.

Puede completar su ciclo de vida desde el huevo hasta adulto en 7-10 días y los mosquitos adultos generalmente viven de 4 a 6 semanas. Además, los huevecillos pueden resistir las condiciones ambientales secas durante más de un año, esta es una de las estrategias más importantes que la especie emplea para sobrevivir y propagarse.

No hay tratamiento específico para cl dengue. No obstante, es esencial la asistencia por parte de los médicos y enfermeras que tienen experiencia con los efectos y la evolución de la enfermedad, para salvar vidas y reducir las tasas de mortalidad.

En términos generales, el tratamiento para las formas benignas se hace con antiinflamatorios, antipiréticos y reposo. En las formas graves se repone el equilibrio electrolítico y si hay hemorragia puede precisarse una transfusión de sangre y el control del número de plaquetas.

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